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Un mundo sin la navidad

MundoSinNavidadPara Isaías el nacimiento del niño rey representa la decisión de Dios de restablecer a los seres humanos a la posición que antes tenían. Representa la restauración de toda su creación. Isaías 9:6-7 habla de esto:

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

Estos versos son una conclusión de lo que dijo al principio. Presta atención cómo comienza el verso 6: “porque”. Esta palabra conecta a las razones por las cuales sucederá lo que anuncia en los versos leídos. De los versos 1-6 aprendemos: Lo que es un mundo sin el nacimiento de Emanuel, ¿te has preguntado qué sería un mundo sin la navidad?

Para que puedas apreciar esto ubiquemos estos versos en su contexto. En Isaías 8:21- 22 el profeta pronuncia esta sentencia:

Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas.

Este es el trasfondo que el profeta emplea para hablar del significado del nacimiento de Emanuel. Recuerden que los versículos 6-7 del capítulo nueve son la conclusión de lo que viene exponiendo. Él asegura que sin el nacimiento del niño esto es lo que el hombre experimenta en el mundo: falta de paz, un incansable afan por tratar de resolver su problema; un hombre sumergido en la oscuridad de este mundo. Lo único que él ve son tinieblas. El profeta toma esta figura de Génesis 1 para ilustrar la condición de esclavitud que se abalanza sobre la nación, como resultado de ellos haber abandonado a Dios. Cuando llegue ese momento, mirarán la tierra y verán el caos que sus acciones provocaron; y la mejor forma de describir tal condición es la metáfora de las tinieblas.

Todo hombre en alguna ocasión se siente de esta manera. Mira lo que está pasando a su alrededor y ve el caos que su pecado ha provocado, siente que no hay esperanza en el mundo que conoce y experimenta. A esto se debe que muchos, cuando leen el libro Eclesiastés, concluyen que es un libro deprimente. Y hasta se han preguntado cómo es posible que Dios haya inspirado un libro como ese. En realidad lo hizo porque es importante que entiendas lo que significa un mundo sin Dios, un mundo que vive dependiendo de la fuerza del hombre. Un mundo que confía en sí mismo le espera vivir de esa manera . Vanidad de vanidades todo es vanidad, nada tiene significado.

Eso observaba Israel: una densa oscuridad. Cuando en nuestras casas se nos va la luz nos deprimimos porque no podemos hacer nada, como que la vida se detiene. Recuerdo cuando azotó el huracán Cindy, estuvimos una semana sin energía eléctrica;  llegó el momento en que cada noche nos preguntábamos que íbamos a hacer. ¡Cuán importante es la luz! Cuando la luz falta, se crea un caos. De igual forma es un mundo sin la Encarnación de Dios. Sin ese glorioso milagro, no tendríamos esperanza del mañana.

Así vive el mundo. Si vives tu vida, día a día, sin la esperanza que anuncia el nacimiento de Dios en la tierra, no le encontrarás sabor a la vida, no podrás ver esperanza alguna.  Los problemas vendrán y sentirás que sucumbes ante ellos; y te preguntarás si hay algo mejor para ti. La Navidad viene a responder todas las inquietudes de tu corazón, para decirte que hay esperanza, que hay algo mejor.  Ese fue el mensaje que Dios le envió a Israel a través del profeta Isaías, el mensaje de la natividad del Hijo de David, que los sacaría de ese estado de tinieblas.

La luz de la Natividad finalmente llegó, asegura el versó uno del capítulo nueve:

“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles”.

Nota cuan importante es la expresión: “para siempre”. Asegura que Dios  pondrá fin a la oscuridad que cayó sobre ellos. Terminará con el mundo que hasta ese momento conocían, un mundo en donde Dios se oculta, un mundo sin salvación. Pero Dios dijo: “no permitiré que las tinieblas acaben con mi creación, brillaré nuevamente, manifestaré mi luz”.  Y la luz fue ese niño, la luz volvió con el descenso de Dios a la tierra. Dios estaba en Cristo haciendo una diferencia en la vida de los seres humanos. Cristo cambió nuestro pasado, nuestro presente y nuestro mañana. Ese es Cristo, eso es la natividad.

Mientras no se entienda lo que significa Emanuel: Dios con nosotros, viviremos como viven los hombres, sin esperanza. Y lo único que veremos a nuestro alrededor es lo que ellos ven: oscuridad, caos, que los envuelve en el aterrador espíritu de la inseguridad. No hay mañana, sino una visión deprimente del futuro. Pero todo cambia cuando el Espíritu de Dios abre nuestros ojos y nos revela lo que significa el nacimiento de aquel niño; por primera vez descubrimos las implicaciones de Dios haberse hecho hombre; y es en ese encuentro con la revelación que de inmediato todo lo que sucede y todo lo que hacemos toma significado. A la luz de este evento el profeta puede asegurar que: “no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia”.

No habrá oscuridad para siempre. ¡Qué tremenda promesa! Hay momentos de oscuridad en la vida de todo ser humano, hay momentos en que experimenta la noche oscura del alma. El peso horrible de su culpa le roba todo rayito de felicidad. Hasta que se vislumbra tras el horizonte el amanecer de un nuevo y glorioso día; el día de la salvación. El mensajero de la salvación llegó, el sol de justicia resplandeció sobre el mundo, y los corazones se los ilumina para comprender que el cielo está reconciliado con la tierra, se selló el perdón y se adoptó la familia humana a la paternidad de Dios. Las tinieblas se resistirán, querrán prevalecer sobre la luz, —ninguna lucha es fácil—, por lo que el cristiano necesita armarse de la Palabra de Dios para hacerles frente.

Aliméntate de esa Palabra porque ella encierra las promesas que  necesitas para fortalecerte y enfrentar los momentos oscuros de tu vida. Ella contiene la promesa de todas las promesas, la más sublime de todas, Emanuel: Dios está contigo. Aunque andes en valle de sombra de muerte, el promete acompañarte; en los momentos difíciles, los momentos cuando lo único que ves es oscuridad, el  promete rescatarte de la situación en la que el pecado te ha colocado; no habrá para ti oscuridad para siempre. Ésa es la promesa que comunica el nacimiento de Dios en el mundo.

Lo único que calmará la conciencia es conocer la seguridad que ofrece el gran Emanuel: “Dios con nosotros”. Porque comunica que el Eterno nos perdonó, nos aceptó, y estamos bajo el poder de la reconciliación. Dios está de nuestra parte, es nuestro aliado. Él viene a luchar con nosotros, él viene a vivir en nuestro medio, él viene experimentar el mundo que nosotros estamos experimentando. Él sufrió como nosotros sufrimos, él nos entiende; todas estas verdades comunica la natividad de Emanuel.

La única forma en que tú puedes cambiar tus sentimientos negativos hacia alguien, es si entiendes cómo Dios cambió sus sentimientos de ira hacia ti, y como terminó con la enemistad tan pronto su gracia estableció ese puente que hizo posible la reconciliación. Cuando entiendas esa verdad, entonces te regocijarás en la noticia del nacimiento de nuestro amado Cristo. La navidad es un regalo, el más glorioso de los regalos. Entraña ese maravilloso regalo del perdón, pero más glorioso aún es la identificación de Dios con nuestra humanidad. Este es el gran misterio que Pablo asegura que existe entre Cristo y la iglesia. Somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos… y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia (Efesios 5:30-32). Este es el más grandioso don de la navidad.

Medita en esta revelación, sea ella tu alimento en la mañana, tu merienda al medio día, y la que interrumpa tu sueño en la noche. Preguntarte qué significa para ti, y no descanses hasta haberlo descubierto. Valorarás el gran regalo que el Cielo te hizo cuando entiendas el horrible juicio de donde Cristo te redimió. Sólo así tendrás en alta estima la bendición que te dio y vendrás ante él agradecido por tan grande demostración de amor. De esto habla la Navidad. Un mundo sin la navidad es un mundo sin Dios. La nueva creación, el nuevo mundo, será una perpetua o eterna navidad, es decir, un eterno “Dios con nosotros”.

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