Nuevo Cristianismo: Adoradores de Baal

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Cristo dejó de ser para muchos cristianos un personaje real que vivió en la historia y que se encuentra en los cielo con un cuerpo de carne. Dejó de ser el Poderoso Intercesor que aboga diariamente por sus débiles y pecaminosos hijos, para convertirse en una mera influencia de poder en el corazón, una experiencia que transforma al creyente en un superman. El hombre moderno es un experto en reciclaje. El “yo” y “la fuerza del hombre” la ha convertido en una nueva entidad a la que le dio el nombre de cristo, y lo ha entronizado en el templo de su corazón. Ha repetido la historia. Como los Israelitas levantaron un becerro porque Moisés tardaba en descender, así lo ha hecho el Cristianismo. Su becerro es su Yo, y al igual que Israel llamó Jehová al becerro, así también ahora al “yo” le llaman cristo: “cristo en mí”. El Cristianismo se cansó de esperar al Cristo que ascendió a la presencia de Dios, abandonó la esperanza en lo que el Salvador realiza ahora en los cielos. Y en lo interior confiesan: no sabemos lo que le ha acontecido a este Jesús; por lo que erigieron a Baal en sus propios corazones.

Nadie puede negar que Dios es el autor de la salvación, que realizó un poderoso acto. La sabiduría diabólica que se apoderó de los Israelitas en aquella ocasión sigue infiltrándose en el corazón del Cristianismo. Como los Israelitas no podían negar lo que Jehová había hechos, justificaron el levantamiento del ídolo declarando que el ídolo era Jehová, y le atribuyeron la gloria de la salvación. En sus corazones confesaron que aquel becerro inmóvil y sin vida era su redentor. ¡Cuán ciego es el corazón del hombre!

El Cristianismo está cometiendo el mismo pecado, se adora  al hombre, sus capacidades, su nueva espiritualidad, su rectitud. Adoran en el templo de su corazón, pero ¿qué adoran? ¡Adoran a Cristo! Por lo menos muchos creen hacerlo, cuando en realidad es el “Yo” disfrazado de cristo, ese “Yo” al cual llaman “Cristo en mí”. Este “Yo” es un “Yo” espiritual, con la Biblia debajo el brazo —no abandona en ningún lugar el manual de reglas de buenas obras— con el cual viene a adorar en salones de capacitaciones.  Es un “Yo” filantrópico, ético y moralista, un ejemplo de la sociedad que ejemplifica los grandes logros del hombre, un triunfo al ser humano, que ha reemplazado a Dios.

La Escritura enseña que los hacedores de la ley serán justificados, que la base para que Dios nos encuentre justos es el perfecto cumplimiento de la voluntad divina. Cuando preguntas a los cristianos de hoy si están cumpliendo con esa voluntad, complacidos y orgullosos afirman hacerlo. Se sienten tan seguros y satisfechos con su mezquina y pobre obediencia que han dejado de gemir por la obediencia que Cristo prestó en lugar de ellos. Ya no se escucha decir: “ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”. Esa fue, según piensan, la confesión de su estado de niñez espiritual, ahora que alcanzaron madurez necesitan confesar el poder de su nueva naturaleza. Defienden con uñas y dientes la grandeza de la ley y lo sublime de sus transformaciones y vida nueva, aun a expensas de opacar la obra de Cristo a favor de ellos. Me pregunto: ¿cómo no se dan cuenta que su propio “Yo” está desplazando al Cristo que reside en los cielos?

Argumentan que antes, sin Cristo, no podían cumplir las demandas divinas, pero lo tienen en el corazón y ahora sí pueden. Los llamados cristianos de hoy dicen: puedo: todo lo puedo con Cristo que me da la fuerza. ¿Quién lo puede? Yo. ¿Quién obedece? Yo.  Si la base de la salvación es la obediencia (Lo cual es cierto según Jesús y Pablo) y yo ahora puedo obedecer, entonces ,Yo me he convertido en el autor de mi salvación. Es aquí, en esta última declaración, que los piadosos adoradores de Baal dicen: ¡un momento no soy yo!, yo no tengo la capacidad para hacerlo es “Cristo en mí” quien me da el poder. Estos ciegos no pueden ver que lo único que han hecho es sustituir el Yo: la fuerza del hombre, por un nombre que dejó de tener significado para ellos. Llaman a su Yo, Cristo, pero no se dan cuenta. ¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!

El Cristo que vivió, murió y resucitó, el mismo que ahora se encuentra victorioso a la diestra divina, perdió su atractivo. La predicación de ese Cristo la consideran aburrida, letra que mata. El “Cristo en mí” produce gozo, una sensación electrizante, sacude el cuerpo, nos tira al piso, crea una sensación de paz, da visiones y nos traslada a un mundo extraordinario. Los cristianos de hoy día parecen drogadictos, hablan de sus sensaciones. En ocasiones los escuchas hablar como locos, diciendo: ¡Qué gusto tener a Cristo en mí!, ¡ven para que sientas lo mismo! Viven en un constante “High”, en un constante éctasis; algo los quema por dentro y gritan: ¡tengo que proclamarlo, declararlo, gritarlo: Dios me quema por dentro, necesito gritarlo: ¡Woo Hoo!… Son cristianos que no viven con los pies sobre la tierra, crearon su propio mundo, son drogadictos de experiencias espirituales y, tal como hacen las drogas, cuando les da un “down” (cuando terminan los efectos); pues así son las experiencias, en un momento te llevan al cielo para luego mandarte al mismo infierno.

Como los drogadictos requieren de la droga, constantemente, así estos drogadictos espirituales necesitan ir a los mercaderes de emociones para volver al éctasis que los arrebate de la realidad del mundo. Bajo la influencia de la droga espiritual se sienten súper hombres que pueden hacer cualquier cosa. En esto se encuentra el poder de los traficantes de la droga espiritual, y la razón por la cual muchos cristianos entregan su voluntad al control del hombre. Los han hecho dependientes de las emociones por lo que los ves buscando nuevos traficantes espirituales que los eleven a sensaciones más profundas y electrizantes.  Son estas experiencias las que adoran y a las cuales llaman cristo en su interior.

3 thoughts on “Nuevo Cristianismo: Adoradores de Baal”

  1. Aqui se encuentra un concepto diferente y se aprende a conocer la verdades de Jesucristo conforme a la voluntad de Dios, sin manipulacion humana y ensena sus verdades sin recurrir a las sensacion que el humanol desea sentir, me encanto el concepto que se ha cambiado a cristo por nuestro yo.
    siga su trabajo Pastor roldan. Hno. Espaillat

  2. Tremendo documento. Estoy en contra del emocionalismo, y este documento habla muy claro de ello. Dios los bendiga. Mucha inspiracion espiritual.

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