El Matrimonio y la Promesa del Salvador

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El registro bíblico no preserva la genealogía de toda la simiente, sólo la que Dios eligió para cumplir su promesa. El matrimonio tiene la función de traer al mundo esta simiente, con ella Jehová crearía un pueblo, una nación que le adore y le sirva; un pueblo con quien pueda lograr su intención original de poblar el mundo con personas dispuestas a vivir en adoración y sometimiento a él. Ordenó a su pueblo que el matrimonio fuera entre israelitas, entre los hijos de la promesa, para evitar que se mezclaran con los paganos, y se olvidaran de Jehová y de su promesa.

Para que pudieran preservar su tierra, la promesa de la simiente y la presencia de Dios en su medio, tendrían que honrar el mandamiento del matrimonio. El futuro de la nación dependía de ello. El matrimonio sería el santuario que Dios escogería para preservar su revelación. Pocos son los que entienden el valor que el Señor le otorga al matrimonio, lo consideran una institución social sin repercusiones espirituales. Como consecuencia vemos la declinación del matrimonio y como ha afectado considerablemente la moral social de nuestra nación. El homosexualismo está atacando el fundamento mismo de esta institución y está lanzando a nuestra sociedad a una catástrofe sin precedencia.

Diversos conceptos sobre el matrimonio

Los griegos entendían el matrimonio como «oikos». Oikos tiene el significado básico de casa, e incluye la tierra y la esposa. El matrimonio era un deber, necesario para mantener la sociedad y para levantar soldados que pudieran combatir a favor del estado. Tanto Filo como Josefo (historiadores de la antigüedad) ven el matrimonio como un medio de establecer hogares que cumplan su deber al Estado y a Dios. Al Estado como una necesidad militar y económica, a Dios en cumplimiento del mandato de la procreación.

Los rabinos judíos de babilonia sostuvieron en el Talmud que el matrimonio era necesario por causa de las pasiones sexuales que residían en nosotros. Como un medio de evitar la depravación sexual. El matrimonio —aseguraban— hacía que la Gloria de Dios continuara morando en Israel. En su libro «Jewish Marriage in Antiquity», Michael L. Satlow nos dice:

«Para los rabinos Babilónicos, la procreación tiene un significado salvífico y nacional: hace que Dios more en medio de Israel, y aun puede hacer que el Mesías venga…nuestros rabíes enseñaron: «vuelve Oh Señor, tú que eres las miríadas de millares en Israel. Esto enseña que la shequina (la divina presencia) no morará en medio de menos de 22,000 israelitas, y si hubiera 22,000 Israelitas menos uno, y no se dedican a la procreación, ¿no haría esto que la Shequina partiera de Israel? …Otros dicen,»es la causa de que la Shequina abandone a Israel, como se ha dicho, «yo estableceré mi pacto entre mi y ti, y tu descendencia después de ti…cuando llegue tu simiente, la Shequina morará, pero si tu simiente no llega, ¿en quien morará la Shequina?»

Otra sección del Rabinismo ve el matrimonio como el cumplimiento del mandamiento de la procreación, sin ningún significado para los días finales o para la salvación, simplemente como un mandamiento para obtener justicia.

La simiente y el futuro del mundo

El concepto bíblico del matrimonio enfatiza en la existencia, en la vida, en la continuidad del acto creativo de Dios. En el relato de la creación el matrimonio sirvió para poblar al mundo. Después de la caída adquirió un significado redentor, mucho más abarcante que el simple cumplimiento de un mandamiento prescrito por Dios. Su finalidad era ser un vehículo para traer la simiente divina al mundo, la simiente que integrará el pueblo de Dios, heredera del reino. Todos los mandamientos en torno al matrimonio persiguen este propósito. Así lo entiende Malaquías:

 «¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres? 11 Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño. 12 Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos. 13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. 14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. 15 ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. 16 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales (versión Valera, Malaquías 2:10-16)

El profeta considera una gran abominación el matrimonio entre los hijos de Dios y las mujeres paganas.  Esta práctica fue la que en Génesis 6 provocó la destrucción del mundo mediante las aguas del diluvio. Al mezclarse olvidaron la verdad de Dios y pusieron en peligro la Simiente. El profeta expresa que este tipo de matrimonio profana el santuario de Dios, de lo que deducimos que la función del matrimonio es  mantener el santuario santo, un lugar donde Dios haga morar su presencia. La iglesia es ese santuario que Dios desea preservar mediante el matrimonio, pues es de allí de donde procede la simiente. En el matrimonio la pareja que se une, se une a su vez al Dios que adoran. Entre los Rabinos había un dicho que decía: «quien se casa con una mujer pagana, se hace a sí mismo yerno de un ídolo.» Ya que el centro del matrimonio es Dios, la adoración sienta las bases de la conducta tanto del esposo como de la esposa. La manera en que vivimos en el círculo matrimonial testifica de nuestra adoración. Un matrimonio que honra a Dios es el acto más elocuente de adoración.

Un matrimonio para la gloria de Dios

Es tan seria la institución del matrimonio que Dios pronunció un juicio de muerte a quienes se unieran a personas inconversas. «Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto», no por un capricho divino, sino porque ellos mismos se apartarían de Dios al tomar este camino; camino que conduce a la muerte. Los que abandonan a la mujer de su pacto y llenan el altar de Dios de lágrimas, de llanto y clamor, Jehová no «mirará más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de sus manos». Dirige la advertencia a aquellos que procuran el divorcio para satisfacer sus deseos carnales. Estos condenan de injusticia a Dios al escuchar su juicio. El verso 14 afirma que en el juicio Jehová saldrá a la defensa del inocente, del que humillaron y menospreciaron; lo vindicará, no olvidará sus sufrimientos. Te uniste a tu pareja en pacto delante de Dios y él velará que tal acuerdo se cumpla. Cuando no suceda, enviará sin misericordia la maldición del pacto sobre la persona que lo quebrante.

El porqué de esta maldición pactal

En el verso 15, Malaquías habla del matrimonio como la unión del hombre y la mujer, no como dos personas que existen separadas, sino como una. «Uno» es la misma palabra que Moisés usa para expresar la unidad en Dios, «Jehová tu Dios uno es». Dios desea que en el matrimonio se guarde y preserve la misma unidad y Koinonía de amor que existe en la trinidad. Dios hizo «uno» habiendo en el abundancia de espíritu. ¿Por qué uno? pregunta el profeta; y la respuesta que se da la razón del presente estudio. El matrimonio es de vital importancia para Dios porque de este «uno» procura levantar su descendencia para que le adore y sea para su gloria. Llamó a Israel para formar esa simiente. Como nación habrían de guardar la institución del matrimonio para levantar la simiente divina y por medio de ella preservar la adoración al verdadero Dios.

Cuando se destruye el matrimonio, también se destruye la simiente divina. Todos somos responsables de preservar esta institución tan amada por él, y la manera más eficiente de hacerlo es mediante práctica y ejemplo; meras palabras no inspirarán en nuestros hijos el escoger este camino que tanto el mundo aborrece. Cuando ellos vean la eficacia de un matrimonio donde Dios es la «Cabeza» suprema, los inspirará no sólo a procurarlo sino a adorar al Dios que creo tal institución. Esta es la clase de simiente que Dios procura para Sí.

Esta simiente es la simiente del mañana. El matrimonio es de importancia para el futuro de nuestra sociedad; pero, más aún, para el futuro de aquellos que han de vivir en el reino de Dios. Pues es en el «ahora», en este tiempo de salvación y gracia, que Dios emplea el matrimonio para formar la simiente que heredará estas promesas. El matrimonio es un medio para alcanzar un fin, y aparte de este propósito no tiene significado en sí mismo. Existe por causa de la simiente santa, cuando ésta se encuentre a las puertas de la Canaán de Dios, también allí terminará el matrimonio. Pues en el reino ni se casan ni se dan en casamiento. Todos estaremos bajo la paternidad de Dios, como hermanos de un mismo Padre, una sola familia bajo un mismo matrimonio: el matrimonio del Cordero con su Eva.

2 thoughts on “El Matrimonio y la Promesa del Salvador”

  1. q es muy muchoo y para leerlo …. me aburro asi q sigiero q lo resuman para q los pequeños podamos entender asi q cuando yo diga “LA PROMESA DEL SALVADOR “salga lo sugeridoo no otra cosa… asi q estoy molesta con ustedes….. me aburro leyendoo……

    1. Me parece que ha encontrado algún problema con la página al buscar “la promesa del salvador”, examiné los enlaces y no encuentro la dificultad que aparenta tener. En cuanto a su problema de lectura, entiendo que muchos tienen su mismo problema y estamos tratando de hacer mensajes más cortos. Páginas del internet como Facebook y Twitter han creado malos hábitos en las personas en la comunicación y la lectura, todo tiene que ser corto y rápido. Corregir defectos y malos hábitos requiere tiempo. Lo que cuesta trabajo produce frutos permanentes. Habiendo dicho esto, es importante que entienda que nuestro propósito es capacitar a las personas y para hacerlo se requiere desarrollar un habito de estudio y amor a la lectura. Que Dios la bendiga y gracias por sus comentarios.

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