Desilución, parte II

El engaño de pensar que Dios nos salvará todas las dificultades de esta vida.

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Y los oficiales hablarán al pueblo, diciendo: “¿Quién es el hombre que ha edificado una casa nueva y no la ha estrenado? Que salga y regrese a su casa, no sea que muera en la batalla y otro la estrene. “¿Quién es el hombre que ha plantado una viña y no ha tomado aún de su fruto? Que salga y regrese a su casa, no sea que muera en la batalla y otro goce de su fruto” (Deuteronomio 20:5-6).

Cristianos inmaduros en la palabra al leer el verso 4 viven bajo la ilusión de que Dios los librará de todo peligro. El texto, sin embargo, enseña que algunos morirán en la batalla. Nuevamente aquí cabe preguntar: ¿Salvará Dios a su pueblo como prometió? Si entiendes que es una promesa de cumplimiento colectivo, como nación, entonces la respuesta es un rotundo sí.  Pero quedará desilusionado todo aquel que se refugia en este verso para sostener que nada malo pasa a los hijos de Dios que oran.  De acuerdo con 1 Samuel 13 el profeta bendecía al ejercito antes de salir a la batalla (Números 6 registra la bendición sacerdotal). La oración pretendía invocar la presencia de Jehová en su pueblo, pero no garantizaba que preservaría la vida de cada individuo. Entender esto exige que se vea la oración como el medio que Dios utiliza para enseñarnos a depender de él y aceptar su voluntad; la que a menudo es totalmente desconocida.

Dios no promete que siempre librará a su pueblo de las injusticias y la maldad del mundo. Son parte de vivir en un mundo caído. Esto se aprecia en un sin número de historias bíblicas de hombres y mujeres que sirvieron a Dios con entereza de corazón; no obstante, sufrieron a manos de hombres impíos. Por ejemplo, Dios no evitó que Saúl intentara matar a David. David pasó parte de su vida huyendo de su enemigo. A pesar de ello, no lo vemos desilusionado con Dios.  ¿Por qué Jehová no libró la vida de sus sacerdotes cuando Saúl los mataba? (1 Samuel 22). ¿Por qué no detuvo a David de matar a Urías? (2 Samuel 12:9). ¿Por qué no evitó que los hermanos de José lo vendieran?  La realidad es que ninguno de nosotros tiene todas las respuestas a las interrogantes que la vida plantea. Dios es soberano, y en su infinita sabiduría permite cosas que son incomprensible para el hombre. Quedará defraudado quién no entienda esta verdad, y pensará que el cristianismo y Dios lo engañaron, haciéndole creer algo que no era cierto. El desilusionado no reconoce que el problema fue su falsa interpretación de la realidad y de Dios, por lo que lo condena por no cumplir sus expectativas. Esto lo deprime.

La desilusión es un pecado de idolatría

La idolatría es la formación de un dios. El iluso comete idolatría al crea en su mente una falsa imagen de Dios y de la manera en que éste obra. La ilusión es una manipulación de Dios, ya sea consiente o inconscientemente, pretendiendo que actúe conforme a lo que deseas o imaginas.

La ilusión crea una caricatura de Dios, una imagen irreal que se forma en la mente.  La desilusión acontece cuando él no llena las expectativas.  Te frustra descubrir que no es como creías, a pesar de todo no te culpas a ti mismo por crear esa falsa imagen, lo condenas a él por no actuar conforme a tus expectativas.

A diario necesitas repetirte que la realidad de Dios y la tuya es diferentes. La ilusión es pretender y esperar que él haga tu voluntad. Te decepciona descubrir que en el mundo real su voluntad reina soberana (1 Pedro 3:17). Te asusta no poder tener control de la realidad, pues no sabes qué esperar.

Desilusión y la gracia

Hombre iluso es el que piensa que, finalmente, Dios tendrá por buena sus obras. Menosprecia la gracia ya que se encuentra seguro comprando el favor del Cielo. Podrá vivir toda su vida engañado, pero un día despertará de su sueño y descubrirá que nada de lo que hizo puede darle perfecta paz. El hombre frente al juicio de Dios se desilusiona y lo condena de injusto. La ilusión es enemiga de la gracia, pues el que la practica crea una imagen falsa de sí mismo. Los fariseos eran hombres ilusos, razón por lo cual Jesús tenía constantes problemas con ellos. Vivían en un mundo irreal, con un dios fabricado por su propio corazón, satisfechos con su propia justicia.

El mundo real en el que vivo está condenado por el juicio de Dios. En él no hay justo ni aun uno. La personas realistas son aquellas que entienden su propia condición y procuran escapar de ella. El evangelio termina con toda ilusión del hombre, lo enfrenta a la realidad, y le proporciona la única manera de escape.

Al hablar de la fe no hablo de un sueño, una nueva fantasía que el cristiano forma en su mente. El creyente reconoce la condición en la que se encuentra, no pretende ser justo, antes confiesa a viva voz que no tiene justicia que presentar y que merece el castigo eterno. A pesar de ello, acepta que Dios lo redimió de su condición mediante el singular acto de la vida y muerte de Jesucristo. Una nueva realidad se ha establecido que le hace posible vivir en paz con el Cielo y sus semejantes. Esta realidad la trajo Cristo y aunque invisible a sus ojos y sentidos, no por eso deja de ser real.  La resurrección de Cristo es el testimonio divino de la nueva edad que éste introdujo.

A los pies del calvario no hay desilusión, antes una entera confianza de que el Dios que se entrega a favor de todos nosotros nos guardará en esta vida y aun en la misma muerte. La fe que se sobrepone al presente siglo y vive en la nueva realidad de Dios no espera la bendición total ahora, sino en el futuro reino. El creyente no se desilusiona, sabe lo que es y lo que espera, en su Salvador y Representante ya recibió lo que Dios le dio en la promesa.

 

3 thoughts on “Desilución, parte II”

  1. El Salmo 121 nos habla de esa confianza en Dios que nos libra de todo mal desde ahora y para siempre. El Salmo 23 dice que el bien y la misericordia nos seguira todos los dias de la vida. Sin embargo el Salmo 46 nos dice que Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Al igual, el Salmo 91 dice que el que habita bajo el abrigo de Elion, invocara a Yhwh, y El le respondera, estara con el afligido en medio de la angustia, lo librara y lo glorificara, lo saciara de larga vida y le mostrara la salvacion. Pablo, en Hechos 14, despues que fue apedreado en Listra y levantarse e ir a Derbe y otras cuidades, dice que es necesario que a traves de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. El secreto esta en la seguridad que da la salvacion que Cristo gano para nosotros en la cruz, de la cual nos apoderamos por la fe y la hacemos nuestra, mirando como Moises, siempre al invensible, Heb.11:27. Amen! Shabbath Shalom!!

    1. Todos estos salmos y otros tantos versos que se podrían citar describen el cuidado de Dios por su pueblo, crean confianza y nos permiten refugiarnos en Dios cuando las dificultades nos acosan. Con todo en muchas ocasiones el proceder de Dios para con sus hijos es incomprensible. La tragedia toca a sus puertas, la enfermedad los debilita e incapacita; la muerte trágicamente los sorprende. La voluntad de Dios reina soberana, su sabiduría es infinita, es necesario enseñar lo que estos salmos aseguran, sin olvidar que en ocasiones Dios guarda silencio a las necesidades de sus hijos como un medio para educarlos en la confianza y la edificación de sus caracteres. El salmo 23 es un ejemplo claro. La promesa no es que Dios evitará que la dificultad llegue, más bien que estará con nosotros aun cuando andemos en el valle de sombra y de muerte. Promete estar con nosotros en el dolor, velar en nuestra muerte y recibirnos en gloria. Asegura que no estamos solos en medio de este mundo caído. El es Emanuel: Dios con nosotros, en la vida, en la muerte y en la gloria. Enseñar que a los hijos de Dios nada les pasará es crear una imagen falsa tanto de Dios como de la realidad del mundo.

  2. Si tomamos a Cristo como ejemplo, el Padre lo cuidó y protegió a pesar de todas las malas intenciones e intentos de los enemigos de Cristo por atraparlo hasta llegar el momento que se cumpliera la voluntad del Padre, todos estamos sujetos a esa voluntad. Cristo mismo dijo que el hacia la voluntad de su Padre siempre. Muchas veces quisiéramos no enfermarnos ni que nada malo nos pasara, pero la realidad es que a los discípulos no los tratarán mejor que al Maestro La confianza es saber que no sólo de pan vive el hombre sino por la voluntad y poder de Dios, conociendo que lo que fue tomado de la tierra a la tierra tiene que regresar. La palabra compara al creyente con un soldado y el vivir del cristiano con una batalla, y el mundo, el campo de batalla. Dentro de ese plan de combate cada soldado debe estar disponible para pelear, a veces en condiciones adversas, y de dar su vida si el plan así lo requiere. Pero si el soldado no tiene el pleno conocimiento de la causa por la cual pelea ¿podrá seguir las ordenes? cuentan de un general que dio orden a sus tropas de marchar. Y que después de varios días de marcha se le acerca uno de sus oficiales y le dice: mi general usted sabe que soy su oficial más fiel y dispuesto a seguir marchando. Pero, dígame, ¿para dónde vamos? Un soldado que no tiene el conocimiento de su causa es un soldado sin fe en la causa. ¿Conoces tú el plan de Dios? ¿tienes la convicción para pelear bajo las condiciones más adversas y para dar tu vida si el plan de Dios así lo ordena?

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