¿Deja de ser hijo de Dios el creyente cuando peca?

hijoProdigo

Una situación difícil, por lo que necesitamos ser cuidadosos en lo que decimos y la respuesta que damos, no sea que las personas reciban la impresión que estamos restándole seriedad al pecado. El Señor desea que sus hijos digan la verdad, que anden con rectitud. Pero en ese momento lo que Jazmín necesitaba era saber en qué descansaba su salvación. Qué garantizaba su lugar en el reino de Cristo y que Dios la declarara aceptable. Le apremiaba estar segura  que era una hija de Dios a pesar de sus luchas con sus debilidades.

Casos como el de ella son frecuentes. Las personas confunden su conducta diaria con el método que Dios utiliza para salvarnos. La llevé a razonar un poco. Le dije: “usted me está diciendo que aunque Cristo pagó el precio por su salvación: vivió una vida perfecta a su favor, y murió en pago por sus transgresiones, eso no es suficiente para salvarla. ¿Usted piensa que si deja de mentir, entonces, será salva?”. De inmediato me dijo que sí. Que si abandonaba la mentira Dios la salvaría. A lo que le dije: “el problema con usted es que aunque Cristo hizo todas estas cosas para salvarla, usted está poniendo su confianza, no en lo que él realizó, sino en que usted deje de mentir. Piensa que sin este acto de obediencia lo que él efectuó de nada sirve. Él es importante, usted piensa, pero en última instancia lo que la salva es abandonar la mentira. Usted está confiando en sus obras no en Cristo”.

Las personas no se dan cuenta que esta forma de pensar y razonar hace depender la salvación de su pobre, débil e inconstante obediencia. Otra vez, es importante obedecer cada palabra que sale de la boca de Dios, no mentir, robar, adulterar y otros tantos mandamientos que nos dio para nuestro bien y felicidad. El pecado trae serias consecuencias sobre nuestra vida por lo que no debemos tomarlo con liviandad. A pesar de ello, lo que estamos hablando tiene que ver con la seguridad de que nuestros pecados no nos arrebatan nuestra posición de hijo. Esto es importante saberlo pues de ello depende el valor y felicidad que mostramos. La pregunta es si continuamos siendo hijos de Dios aún después de pecar.

Le mostré a Jazmín el caso de David, cómo continuó siendo hijo de Dios a pesar de haber pecado contra él. Después de aproximadamente un año de vivir en su pecado, el Señor manda al profeta para llamarle la atención. David no puso excusas, de inmediato reconoció haber hecho mal. Esta es la actitud de un hombre cuya fe descansa en Dios. El pecado puede adormecerlo y hacerlo insensible, pero tan pronto se da cuenta de su situación, responde a Dios en arrepentimiento, dándole la razón al disciplinarlo. La palabra enseña que nuestro Padre Eterno disciplina a sus hijos, y si lo hace es porque se han portado de manera incorrecta, con todo, siguen siendo hijos. De hecho, la disciplina es para los hijos, los que pertenecen a la casa. Nadie disciplina al hijo ajeno sólo al que le pertenece. Si Dios te disciplina, gózate, pues te tiene por hijo.

El Señor utilizó su vara correctiva contra David. Él era un hombre enamorado de Dios, pero débil. En su debilidad lo ofendió. Nuestro amante Padre no está en los cielos esperando que hagamos algo malo para destruirnos. Él se conmueve cuando ve que caemos, y corre a levantarnos; cuida de nosotros porque nos ama. No se goza en nuestro fracaso, nos ve como lo que somos, hijos dispuestos a servirle pero débiles en la carne. Como dijo Jesús: el Espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

El otro ejemplo es el de Pedro. Un hombre con un amor sincero y honesto hacia Cristo. Poco tiempo antes de morir el Maestro le aseguró a sus discípulos que lo abandonarían en su momento de prueba. Pedro intentó convencerlo que nunca lo haría, que estaba dispuesto a morir por él. Sus palabras no eran hipócritas, en verdad lo amaba; pero Pedro no entendía la maldad de su corazón. En aquella ocasión Jesús no dijo que sus discípulos dejarían de ser hijos por el pecado que cometerían, al contrario les aseguró que estaban limpios. Juan 13 pone el lavamiento de los pies de los discípulos, la cena del Señor, la traición de Judas y la negación de Pedro en el mismo contexto. Esto es significativo porque en el momento en que Jesús está lavando los pies de sus discípulos le dice a Pedro: vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.

Es claro que Jesús conocía que horas después Pedro lo negaría y maldeciría para evitar que lo identificaran con él, es ese Pedro de quien dice que está limpio. Un hijo de Dios con debilidad que cuando la prueba llegó, fracasó. Con todo, estaba limpio por medio de la palabra de Cristo. Algunos argumentan que una doctrina como esta fomenta la inmoralidad y da un falso sentido de seguridad. Esto no es cierto. Los que excusan su pecado usando como escudo la doctrina de la gracia demuestran que nunca amaron al Maestro. Esta verdad hace algo muy importante para la iglesia, manifiesta quienes sirve a Cristo por amor y quienes lo hacen por miedo.

Los que aman no necesitan de amenazas para vivir para su gloria. Aman la gracia porque aman al Dios que la dio en Cristo. Hombres como David, Pedro y Pablo demostraron que la gracia los convirtió en hombres de sacrificio, entregados por completo a honrar a su Salvador. No eran perfectos, eran hombres débiles que entendieron que dependerían de la gracia toda su vida y más allá de la eternidad.

 

3 thoughts on “¿Deja de ser hijo de Dios el creyente cuando peca?”

  1. Estoy de acuerdo en este enfasis de la misericordia gratuita de Dios al llamarnos y aceptarnos como hijos. Pues si Dios mirara solamente nuestro corazon, que verian? Dios no nos ve como nosotros, injustos que somos, que rapido estamos con el dedo senalador para condenar al pecador, Dios nos ve con el amor de ser nuestro Padre que nos creo y quiere, que asi como estamos, lleno del escremento del pecado, volvamos a El. Asi, llenos de pecado, de egoismo, de maldad, de orgullo, nos ama y espera que en nuestro libre albedrio, sin coartar nuestra libertad como hacen algunos religiosos, vayamos a El atraidos no por la ley de justicia que nos condena, sino que seamos atraidos por el amor de El al ver a Cristo muriendo por toda esa cantidad de pecados que llevo en mi vida desde que vine a este mundo. Solo la justicia de Cristo puede hacer lo que el hombre es incapaz de hacer por si mismo. Eso es lo que hace la justicia imputada de Cristo. Y cuando entendemos este evangelio de salvacion gratuita, sin ninguna obra mia para salvarme, el corazon se llena de gozo y con amor verdadero le servimos a Dios como hicieron aquellos santos martires. Yo me gozo de tener un caracter imputado que no es mio y que cubre hasta la eternidad. Amen.

    1. Amado en el Señor aprecio sus comentarios y agradezco el que se halla tomado el tiempo de leer mis escritos. Siempre es bueno un dialogo amistoso y cordial. En cuanto a su comentario sobre este artículo de la santificación me parece que hay cierta contradicción en sus argumentos, si lo entiendo bien. Primero declara que el pecado puede ser extirpado. Extirpar significa 1 Extraer, arrancar de raíz alguna cosa que resulta dañina o peligrosa: extirpar las anginas, extirpar un tumor 2 Acabar o destruir por completo algo malo o perjudicial: extirpar la corrupción, extirpar los vicios. ¿Quiere usted decir que el pecado se lo arranca de raíz del corazón del Creyente? ¿Sostiene que será destruido por completo en esta vida? Para probar su punto cita Isaías 6 que dice todo lo opuesto. Note mi hermano que Isaías era un gran profeta de Dios y aún después de tener todos estos privilegios confiesa que sus labios son inmundos, una expresión que describe toda su persona. Lo que Dios le garantiza no es la eliminación del pecado de su naturaleza, sino el perdón que cubre su falta de modo que pueda comparecer ante la presencia de Dios. El texto no habla en absoluto de extirpación del pecado, más bien de un acto de expiación por el cual se cubre la culpa del profeta de manera que el pecado no se le impute para condenación.
      Sostiene que hay diversos niveles de pecados. Si por niveles quiere decir que unos son veniales y otros mortales entonces no podemos estar de acuerdo. Que existen diferentes categorías de pecados, lo reconocemos, sin embargo, el pecado es un acto de desobediencia y no importa cuan pequeño o cuan grande, o a que categoría pertenezca es capaz de destruir al hombre y condenarlo por la eternidad. El pecado de Adán no se mide por la categoría sino por su naturaleza: un acto de rebelión contra Dios.
      Los pasajes que cita 1 Juan 1:9; 2:1-3, nuevamente no describen categorías subjetivas sino objetivas. Juan no piensa en la erradicación del pecado sino de su expiación. Expiar no es eliminar el pecado subjetivamente sino objetivamente, en la apreciación divina de modo que pierda su poder para condenarnos. A esto se refiere el salmista cuando declara: Oh Jehová si mirares nuestros pecados quién podrá mantenerse, pero en ti hay misericordia. Si hace un estudio cuidadoso de Juan se dará cuenta que limpieza es una palabra que se emplea en el contexto de la expiación. Que esto es así se aprecia del mismo contexto. 1 Juan 1:8-10:

      8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 9Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. 10Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso y su palabra no está en nosotros.

      Leviticos 16 nos enseña que en el gran día de la expiación una vez Dios aceptaba la ofrenda la nación quedaba limpia de su pecado. Es evidente que no significaba que su naturaleza carnal era erradicada o que perdiera su poder para hacernos pecar. Juan muestra que el creyente necesita vivir cada día en el espíritu de confesión. Necesita confesar que tiene pecado y que comete pecados; o como Pablo dice en Romanos 7: el pecado que mora en mi. Pero este pecado no puede condenarlo por cuanto Cristo ha dado el precio de rescate. Por lo que aquellos que dependen de la justicia y perfección de Cristo no experimentan condenación a pesar de que confiesan: miserable de mi…yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios y con la carne a la ley del pecado (Rom. 7:25, 8:1).

      Usted escribió: “La naturaleza pecaminosa mía ya murió en la cruz, Gal. 2;20, y Dios me ve a través de Cristo, como si no la tuviera”. Es aquí donde sus declaraciones no son muy claras pues primero dice que el pecado se extirpa, que la naturaleza pecaminosa murió y luego que Dios me ve a través de Cristo como si no la tuviera. “Como si no la tuviera” es una confesión de que la tiene, que es precisamente lo que yo afirmo en mi estudio. Sostengo que el hombre continúa con su corrupción y que la única forma de cambiar su situación es mediante el acto final de la glorificación. Que Dios nos ve “como si no la tuviéramos” es una categoría legal, no moral. Si usted sigue luchando con las tendencias de su naturaleza pecaminosa entonces ella no ha sido extirpada, continúa con su poder y estorbando la obra del espíritu en la vida del cristiano (Gal 5:16). De lo cual podríamos dar un sin número de ejemplos en la vida de los santos de Dios.

      Por último, en cuanto al balance entre la ley y el evangelio, en el terreno de la salvación, la biblia no apoya tal cosa. Estoy de acuerdo que debemos hablar y enseñar los mandamientos de Dios para dar a conocer el camino que al Señor le agrada. Las buenas obras en obediencia a Dios son importantes para motivar a los hombres a glorificar a Dios. Debemos de ser celosos de buenas obras porque son útiles para los hombres. No obstante, en el terreno de la salvación hablar de balance es negar la suficiencia de la obra de Cristo; pretender que Cristo necesita ser complementado con nuestras imperfectas obras. Recuerde que toda imperfección es pecado, por lo que nuestras buenas obras, si Dios las juzga tal cual son, se constituyen en pecado. Lo que la biblia llama buenas obras se las considera así no por lo que son en sí mismas, sino en virtud de que son hechas para la gloria de Dios y Cristo cubre sus imperfecciones con su perfecta justicia. No solo nosotros necesitamos que se nos impute justicia, también nuestras buenas obras necesitan ser justificadas. Fuera de esto son actos de pecado, acciones imperfectas que la justicia divina condena. Pero, puesto que los hombres no pueden ver la imperfección de nuestros actos, las consideran buenas y dignas de elogio y hasta una bendición. El mejor argumento para magnificar la ley y engrandecerla no se encuentra en la vida de los santos, sino en la vida, muerte y resurrección de Cristo, el Hombre Justo que reside en los cielos y continúa abogando por sus hijos imperfectos. Que Dios le bendiga.

  2. APRECIADOS HNOS.

    SALUDOS, DEFINITIVAMENTE ESO ES LO QUE DICE LA BIBLIA. ES IMPOSIBLE SOSTENER UN MENSAJE BIBLICO Y EVANGELICO, EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA, SI ENSEÑAMOS QUE POR NUESTROS PECADOS DEJAMOS DE SER HIJOS DE DIOS. EL ES NUESTRO SACERDOTE PARA SIEMPRE. Y COMO DICE EL HNO., SI ALGUNO TOMA ESTA GRAN DOCTRINA PARA JUSTIFICAR SU VIDA LICENCIOSA ES QUE NUNCA HA CONOCIDO A DIOS. ( 2 DE JUAN 9). DIOS LOS BENDIGA.

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